Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España*

 

CÓMO EL CAPITÁN HERNANDO CORTÉS SE EMBARCÓ CON TODOS LOS SOLDADOS PARA IR A LA HABANA

“…nos mandó apercibir para embarcar, y que los caballos fuesen repartidos en todos los navíos; hicieron pesebrera y metieron mucho maíz y yerba seca.”

 

CÓMO LLEGAMOS CON TODOS LOS NAVÍOS A SAN JUAN DE ULÚA

“…Sábado víspera de Pascua de la Santa Resurrección, vinieron muchos indios que envió un principal que era gobernador de Montezuma, que se decía Pitalpitoque, y trajeron hachas y adobaron las chozas del capitán Cortés, y los ranchos que más cerca hallaron, y les pusieron mantas grandes encima por causa del sol, que hacía muy gran calor; y trajeron gallinas, pan de maíz y ciruelas, que era tiempo de ellas…”

 

CÓMO TENDILE FUE A HABLAR A SU SEÑOR MONTEZUMA Y LLEVAR EL PRESENTE

“…Cuando fue Tendile con el presente que el capitán Cortés le dio para su señor Montezuma, había quedado en nuestro real el otro gobernador, que se decía Pitalpitoque, en unas chozas apartado de nosotros, y allí trajeron indias para que hiciesen pan de su maíz, y gallinas y fruta y pescado, y de aquello proveían a Cortés y a los capitanes que comían con él, que a nosotros los soldados, si no lo mariscábamos o íbamos a pescar no lo teníamos…”

 

CÓMO FUE ACORDADO ENVIAR A PEDRO DE ALVARADO LA TIERRA ADENTRO A BUSCAR MAÍZ Y BASTIMENTO

Acordamos que fuese Pedro de Alvarado la tierra adentro a unos pueblos que teníamos noticia que estaban cerca, para que viese qué tierra era, y para traer maíz y algún bastimento, porque en el real pasábamos mucha necesidad. Llegado Pedro de Alvarado a los pueblos, todos estaban despoblados de aquel mismo día, y halló sacrificados en unos cúes hombres y muchachos, y las paredes y altares de sus ídolos con sangre, y los corazones presentados a los ídolos; también hallaron las piedras sobre las que sacrificaban, y los cuchillos de pedernal con que los abrían por los pechos para sacarles los corazones. Dijo Pedro de Alvarado que habían hallado todos los más de aquellos cuerpos muertos sin brazos y piernas, y que dijeron otros indios que los habían llevado para comer. Nuestros soldados se admiraron mucho de tantas crueldades.

Dejemos de hablar de tanto sacrificio, pues de allí adelante en cada pueblo no hallábamos otra cosa, y volvamos a Pedro de Alvarado, que aquellos pueblos los halló muy abastecidos de comida y despoblados de aquel día de indios, que no pudo hallar sino dos indios que le trajeron maíz; y así hubo de cargar cada soldado de gallinas y otras legumbres, y volvióse al real sin hacerles más daño, aunque halló bien en qué, porque así se lo mandó Cortés, que no fuese como en lo de Cozumel.

En el real nos holgamos con aquel poco bastimento que trajo, porque todos los males y trabajos se pasan con el comer. Otro día caminamos la tierra hacia el poniente y dejamos la costa. Estando en esto vimos venir doce indios, que eran vecinos de las estancias donde habíamos dormido y venían de hablar a su cacique, y traían gallinas y pan de maíz. Dijeron a Cortés, con nuestras lenguas, que su señor envía aquellas gallinas, que comiésemos, y nos rogaba fuésemos a su pueblo, que estaba de allí, a lo que señalaron, andadura de un día.

Dormimos en aquel poblezuelo donde nos aposentaron los doce indios que he dicho, y después de bien informados del camino que habíamos de llevar para ir al pueblo, que estaba en el peñón, muy de mañana se lo hicimos saber a los caciques de Cempoal cómo íbamos a su pueblo, y que lo tuviesen por bien.

Ya que estábamos cerca de él salieron veinte indios principales a recibirnos de parte del cacique, y trajeron unas piñas de rosas de la tierra muy olorosas, y dieron a Cortés y a los de a caballo con gran amor, y le dijeron que su señor nos estaba esperando en los aposentos, y por ser hombre muy gordo y pesado no podía venir a recibirnos.

Cortés les dio las gracias y se fueron adelante. Ya que íbamos entrando entre las casas, desde que vimos tan gran pueblo, y no habíamos visto otro mayor, nos admiramos mucho de ello; y como estaba tan vicioso, y hecho un vergel y tan poblado de hombres y mujeres, las calles llenas, que nos salían a ver, dábamos muchos loores a Dios que tales tierras habíamos descubierto.

Llegamos a los aposentos y el cacique gordo nos salió a recibir junto al patio, que porque era muy gordo así lo nombraré, e hizo muy gran reverencia a Cortés y le sahumó, que así lo tenían por costumbre, y Cortés le abrazó.

Allí nos aposentaron en unos aposentos harto buenos y grandes, que cabíamos todos, y nos dieron de comer y pusieron unos cestos de ciruelas, que había muchas porque era tiempo de ellas, y pan de maíz. Como veníamos hambrientos y no habíamos visto otro bastimento como entonces, pusimos nombre a aquel pueblo Villaviciosa, y otros le nombraron Sevilla.

Mandó Cortés que ningún soldados les hiciese enojo ni se apartase de aquella plaza; y desde que el cacique gordo supo que habíamos comido le envió a decir a Cortés que le quería ir a ver; y vino con buena copia de indios principales, y todos traían grandes bezotes de oro y ricas mantas.

Cortés también le salió al encuentro del aposento, y con grandes caricias y abrazos le tornó a abrazar. Luego mandó el cacique gordo que trajesen un presente que tenía aparejado de cosas de joyas de oro y mantas, aunque no fue mucho, sino de poco valor, y le dijo a Cortés: ?Lope luzio, Lope luzio, recibe esto de buena voluntad?; y que si mañas tuviera que se lo diera.

Otro día e mañana salimos de Cempoal, y tenían aparejados sobre cuatrocientos indios de carga, que en aquellas partes llaman tememes, que llevan dos arrobas de peso a cuestas y caminan con ellas cinco leguas. Y cuando vimos tanto indio para carga nos holgamos porque de antes siempre traíamos a cuestas nuestras mochilas.

 

CÓMO FUIMOS A LA CIUDAD DE CHOLULA Y DEL GRAN RECIBIMIENTO QUE NOS HICIERON

Y una mañana comenzamos a marchar por nuestro camino para la ciudad de Cholula; e íbamos con el mayor concierto que podíamos, porque como otras veces he dicho, adonde esperábamos haber revueltas o guerras nos apercibíamos mucho mejor. Aquel día fuimos a dormir a un río que pasa obra de una legua chica de Cholula, donde está ahora hecho una puente de piedra, y allí nos hicieron unas chozas y ranchos. En esa misma noche enviaron los caciques de Cholula mensajeros, hombres principales, a darnos el parabién venidos a su tierra. Trajeron bastimentos de gallinas y pan de su maíz, y dijeron que en la mañana vendrían todos los caciques y papas para recibirnos, que les perdonemos porque no habían salido luego. Cortés les dijo que se lo agradecía, así por el bastimento que traían como por la buena voluntad que mostraban.

 

CÓMO TENÍAN CONCERTADO MATARNOS EN ESTA CIUDAD DE CHOLULA

Desde que aquello vio nuestro capitán dijo a doña marina y Aguilar, nuestras lenguas, que dijesen a los embajadores del gran Montezuma, que allí estaban, que mandasen a los caciques traer de comer; y lo que traían era agua y leña, y unos viejos que lo traían decían que no tenían maíz.

Aquella ciudad está asentada en un llano y en parte donde están muchas poblaciones cercanas, que son Tepeaca, Tlascala, Chalco, Tecamachalco, Huexocingo y otros muchos pueblos que, por ser tantos, aquí no los nombro. Es tierra de mucho maíz y otras legumbres, y de mucho ají, y toda llena de magüeyales, que es donde hacen el vino. Hacen de ella muy buena loza de barro colorado y prieto y blanco, de diversas pinturas y se abastece de ella Méjico y todas las provincias comarcanas.

 

CÓMO EL GRAN MONTEZUMA VINO A NUESTROS APOSENTOS

Había mandado Montezuma a sus mayordomos que, a nuestro modo y usanza, de todo estuviésemos proveídos, que es maíz, piedras e indias para hacer pan, gallinas y fruta, y mucha hierba para los caballos.

 

CÓMO FUIMOS A LA PROVINCIA DE TEPEACA Y LO QUE EN ELLA HICIMOS

Al otro día tuvimos en un llano una buena batalla con los mejicanos y tepeaqueños, y como el campo era labranzas de maíz y magueyales, aunque peleaban bravosamente los mejicanos, presto fueron desbaratados por los de a caballo.

 

CÓMO CORTÉS ENVIÓ TRES PRINCIPALES MEJICANOS A ROGAR A GUATEMUZ QUE TUVIÉSEMOS PACES

Entonces Guatemuz, medio enojado, dijo: ¿Pues que así queréis, que sea, guardad mucho el maíz y bastimento que tenemos, y muramos todos peleando, y desde aquí adelante ninguno sea osado a demandarme paces. Si no, yo le mandaré matar?. Y allí todos prometieron pelear noches y días o morir en defensa de su ciudad. Y esto acordado, tuvieron trato con los de Suchimilco y otros pueblos que les metiesen agua en canoas, de noche, y abrieron otras fuentes en partes que tenían agua, aunque salobre.

 

 

Fuente: Bernal Díaz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. Consultado en http://isaiasgarde.myfil.es/get_file?path=/diaz-del-castillo-bernal-histor.pdf

 

 

 

* Elaborado por GRM.